Un niño...

Autora: Graciela De Filippis 




Cuando vemos a un niño y admiramos su belleza, su espontaneidad, su pureza y todo ese mundo lleno de magia que nos invitan a visitar ahí nos damos cuenta
de que estamos contaminados, que carecemos de todo aquello que estaba en
nosotros...


¿Qué hicimos? ¿Por qué?

 

Estamos a tiempo hoy de rescatar todo aquello que fuimos perdiendo cuando
dejamos nuestra infancia atrás...


Qué lindo sería hoy despertar a ese niño interior que está ahí adormecido porque lo aburrimos con nuestras tristezas, con nuestras preocupaciones, con
este vivir de manera acelerada, sin magia, sin recreos, sin alegrías o felicidad espontánea.


El rostro de un niño nos regala cada día una nueva emoción que no está ahí solo para ser contemplada sino para ser valorada.


Un niño es un oasis en medio de esta vida complicada que creamos los adultos.


Luchemos porque la infancia sea un lugar de ensueño, solo nosotros podemos
hacer que ellos tengan esperanza en un futuro mejor... ¿Cómo? 


Mostrándoles el lado positivo de la vida, dando de nosotros lo mejor, y por sobre todo creando a su alrededor un mundo mágico y feliz...

 

Entreguemos a los niños semillas que contengan luz y no sombras, soles y no
tempestades, alegrías y no angustias, y fuertes agarrados de esas pequeñas
manos dejemos que nos contagien su frescura, su inocencia, su risa, y así
poco a poco nuestro niño interior renacerá y tendremos la posibilidad de ser
felices nuevamente.