Ser fuerte como un árbol

Autor: Graciela De Filippis


Ser fuerte como un árbol y enfrentar la vida con esa postura: siempre firmes, siempre de pie pero muchas veces esa apariencia de fortaleza es solo eso: una apariencia.

Cuántas veces sentimos que nos doblamos, que estamos a punto de quebrarnos, que tememos que el huracán o las tormentas intermitentes nos dañen y que ese daño sea irreparable o que lastime nuestra savia, nuestro interior.

Cuando estamos bien, cuando somos felices nuestro árbol florece, su tronco
luce maravilloso y sus raíces tratan de penetrar en ese suelo con el firme
deseo de quedarse en ese instante para siempre... En cambio cuando el dolor
o la tristeza o la desdicha se apoderan de nosotros el árbol se desluce. Su
tronco se agrieta y parece que se abre para mostrar el daño que hay en su
interior. Sus hojas se caen y aunque se ve de pie da señales en sus hojas
amarillentas y secas como mostrándonos que sólo puede sentirse más liviano y
mejor dejando ir poco a poco todo aquello que le hizo daño.


Pero como los árboles, SÍ como ellos, enfrentamos el otoño con el íntimo deseo de que pronto la vida nos regale otra primavera. Y en esos otoños muchas veces grises en donde parece que estamos llegando al final de pronto un nuevo sol ilumina esas ramas, ese tronco y de a poco volvemos a la vida pero cada vez más fortalecidos, cada vez más firmes en el terreno y por sobre todo con raíces que van a lo profundo y con una corteza más gruesa que nos ayuda a cuidar nuestro interior...