La cuerda floja

Autor: Gloria Leticia Sánchez García

Enseñando la fe, un día se encontraba Jesús a la orilla de un cañón profundo, frente a Él, como a unos 20 metros después del precipicio, se encontraba otra extensión de terreno. Jesús preparó una cuerda con un garfio en la punta y la lanzó hacia el otro lado con éxito, el garfio se afianzó entre rocas muy firmes. El otro extremo lo sujetó fuertemente a una enorme piedra, quedando así una “cuerda floja” por donde se preparó para cruzar.

Primero fueron ensayos, pasos muy lentos, pero abriendo sus brazos en cruz logró el perfecto equilibrio y a pasos cada vez más seguros, atravesó al otro lado. Llegando allá regresó y así estuvo cruzando sobre la cuerda como cuatro veces, ida y vuelta.

La gente lo miraba asombrada, pues era de considerarse el gran riesgo que corría, pero Jesús sonriente y cada vez más diestro, tomó una carretilla de triángulo y decidió cruzar con ella. Las personas estupefactas lo miraban, pues esta vez cruzar con la carretilla le resultaría más difícil, pues sus brazos que le ayudaban a mantener el equilibrio, ahora tomaban la carretilla, no obstante, Jesús pudo pasar al otro lado sin problemas. Esto lo repitió varias veces, de pronto se volvió hacia la multitud y les dijo: -¿Quién quiere pasar conmigo hacia el otro lado?. La gente se miraba entre sí, pero enmudeció. Jesús volvió a decir: -“Ya lo practiqué, ustedes lo vieron, el que cruce conmigo en la carretilla irá seguro”. La gente muda se hacía para atrás tratando de esconderse.

De repente voltea hacia ti, sientes su mirada dulce, penetrante, profunda, hermosa sobre ti, no puedes escapar, sientes que te desvaneces pero con todo se dirige a ti y te pregunta?: -“Tú, sí tú, el que estás leyendo esta página, tú que dices tener fe, ¿te atreverías a subir a la carretilla y cruzar conmigo al otro lado?...”  

Redacción: Lirio   (lo escuché del Padre Nacho)