El corazón de caramelo

Autor: Gloria Leticia Sánchez García

 



Eran dos niños, hermana y hermano muy unidos, pues la adversidad que a veces tiene la vida, quiso que se quedaran huerfanitos al cuidado del único tío, el Sr. Evardo Solaz, persona con posibilidades económicas, pero de corazón duro.

Estaba próximo el tiempo de Navidad, Julián de tan sólo 7 años se sentía muy comprometido en cuidar a su hermanita Elena de 5. Antes todo era para él, como para cualquier niño, de lo más cómodo y divertido; pero desde que llegó la orfandad no tenía más afecto en el mundo que el de Elena y ella el de él.

Un día que regresaban a la casa después de la clase dominical, la atención de los pequeños se desvió hacia los grandes escaparates que mostraban los juguetes propios de la temporada navideña. Aquella muñeca de vestido azul, que parecía de cuento, era el sueño de Elena, y Julián se desvivía por el trenecito de tantos vagones que daba vueltas entre los juguetes por todo el aparador.

Elena comunicó a su hermano el gran deseo de pedir para esa Navidad, la muñeca de vestido azul, y él sabía que no sería posible que tuviera aquel regalo pues el tío era tan avaro, tan indiferente y tan egoísta, y por si esto fuera poco, tenía un hijo de nombre Román, que al igual que su padre era de mal talante.

Aquella Nochebuena, Elena esperanzada colgó su media y la de hermano, en la chimenea y se fue a la cama pidiendo al Niño Jesús que le obsequiara aquella muñeca que tanto deseaba.

Julián, triste y preocupado se metió las manos a los bolsillos y encontró un par de monedas de poco valor, salió a la calle y se detuvo a mirar el escaparate y se dijo: ¿qué va a pasar mañana cuando Elena busque en sus medias?... Caminó unos pasos y vio un puesto de dulces y compró con sus monedas, un corazón de caramelo que lucía tan rojo y tan brillante. Al volver a casa le dio un tierno beso al corazón y lo metió en la media de su hermana pensando que al menos habría algo que ella pudiera encontrar al día siguiente.

Más noche el primo Román llegó y vio las medias colgadas y riéndose dijo: “éstos tontos se han dormido creyendo todavía que les traerían algo, ¡qué ingenuos¡, ¡qué ilusos¡” y jaló la media y notó que traía algo, metió la mano y encontró el corazón, se burló más, se lo echó a la boca y se fue a acostar. De repente despertó y algo que nunca había sentido se apoderó de él, eso que llamamos “remor-dimiento”, se empezó a intranquilizar y jamás pudo dormir –me he comido lo único que estos niño tenían, pensó. Daba vueltas y vueltas y por fin se levantó, el remordimiento lo aquijoneaba y no lo dejaba en paz. Desesperado salió a la calle y miró todavía a algunas personas comprando. Se acercó al escaparate de la tienda, que ya casi estaba vacío y entró pidiendo algo para niños.

-Mire, le dijo el dueño, sólo tengo el trenecito que adorna el escaparate. –Está bien, dijo Román, me lo llevo. Y también deme algo para una niña. El dueño sacó la última muñeca que quedaba, de una caja y le dijo. –Esta muñeca estaba apartada, pero como ya pienso cerrar se la voy a dejar a usted, ¿la quiere?. Román dijo –démela, da igual...

Román regresó a la casa, puso los paquetes y encima las medias y se fue a la cama, esta vez ni siquiera sintió cuando se quedó dormido.

A la mañana siguiente, la mañana de Navidad, los niños no podían dejar de gritar y reír, pues ante su asombro ahí estaban los juguetes ansiados; la hermosa muñeca del vestido azul y el trenecito de muchos vagones.

Con su algarabía despertaron al tío y al primo que salieron a ver qué pasaba y al verlos tan felices y contentos se contagiaron de su alegría y hasta se pusieron a jugar con ellos. Hacía tanto tiempo que en aquella casa no se escuchaba ni la menor risa, Don Evardo se sentía tan feliz que prometió que en adelante se celebraría cada año la Navidad en aquella casa.

El ama de llaves trajo una imagen del Niño Jesús y los dos niños se arrodillaron ante Él. Elena daba las gracias al Sagrado Niño porque le había cumplido su deseo. Julián agradecía por el gran milagro del Niño Jesús, de haber convertido aquel corazón de caramelo en aquellos regalos y alegría para todos.