Quieren matar al Papa

Autor: Germán Sánchez Griese

Fuente: catholic.net con permiso del autor




Sí. Lo han intentado una y otra vez. Desde aquel fatídico 13 de mayo de 1981 en que Ali Agca apuntó al corazón del Papa, algunos no han cejado en su empeño. Ahora, vuelven a la carga. Y han escogido el momento preciso. Todo coordinado. Con movimientos fríamente calculados, entrelazados.

Han utilizado técnicas y armas de todos los tipos. Han intentado de todo. Minan su salud inventándole enfermedades y dolencias en donde no las tiene, al grado que no hace muchos años el mismo Papa decía sarcásticamente: “Si quiero enterarme cómo estoy de salud, no tengo que preguntar al médico. Me basta leer todos los días los periódicos en la mañana”. Es una rodilla la que da materia suficiente para elucubraciones y conclusiones fatídicas. “Se anuncia un período de interinato mientras declina la autoridad del Papa”. ¿Declina la autoridad del Papa? Y a los pocos días Juan Pablo II convoca a los cardenales de Estados Unidos para tratar uno de los asuntos más delicados y espinosos en la historia de la Iglesia Católica de los Estados Unidos: los casos de sacerdotes que abusaron de algunos menores de edad. Y las directrices fueron claras, bien definidas, seguras: tolerancia cero. ¿Se puede hablar de un “debilitamiento de la autoridad”?

No contentos con esta movida que les resultó del todo fallida siguen intentando. Ahora claman por la muerte de su fama y lo tratan de involucrar en cuanta calumnia surge a través de los medios que ellos mismos manejan. 

En vísperas del viaje de canonización de Juan Diego en la ciudad de México se lanzan con loco frenesí por la descalificación de esta acción. Ahora pretenden la muerte mental del Papa, haciéndole aparecer como un loco. ¿Puede un papa canonizar a un fantasma? No creen en las pruebas. A fuerza de repetir una mentira, quieren hacerla aparecer como verdad. Proclaman a los cuatro vientos que Juan Diego no existió y cuando se les presentan hechos, investigaciones con rigor científico y testimonios veraces, siglos de estudio serio, sistemático y científico, niegan sin argumentos la verdad. ¿Por qué vale más el juicio de los medios que la verdad científica e histórica?

Quieren matarlo para que no llegue a la Jornada Mundial de la Juventud en Toronto. Quieren matarlo como lo hicieron días antes de la Jornada Mundial de la Juventud en París en donde le auguraban un fracaso total. Se dan cuenta que el Papa sin los medios que ellos tienen puede llegar a lo que ellos más desean y más bombardean: al corazón y a la mente de los jóvenes. Saben muy bien que una sola palabra del Papa anidada en un corazón y una mente juvenil puede contrarrestar las toneladas de basura que ellos dispersan a lo largo de años y años entre la juventud del mundo.

Son los medios de comunicación los que la han emprendido definitivamente contra Juan Pablo II porque saben que a sus ochenta y dos años de vida continúa defendiendo los valores que ellos atacan: la vida y la familia. Se dan cuenta que quien tiene a la juventud tiene el futuro de un país, de una sociedad y de una civilización. No lo dicen abiertamente. Son astutos, pero saben que Juan Pablo II proclama a los jóvenes una verdad completamente opuesta a la que ellos manejan por lo que quieren matar su fama, su salud y su espíritu emprendedor haciéndolo aparecer como cansado, decrépito y decadente, devaluando y degradando y desvirtuando su mensaje.