Oración por los soberbios

Autor: Astor Brime

email: gegarcas@hotmail.com

 

 

Señor:
No sé si porque tengo una teja recocida
quemando el paladar,
se me quiebra tan torpe el balbuceo
al quererlo enhebrar en surtidores
sedientos de tus ojos.

Pero sé que descifras en mis rotos cristales
trozos de crucifijo,
porque sabes la huella
breve de la violeta
por no asustar palomas,
y te cabe en el trigo tu misterio.
Júntame los pedazos,
aunque queden sangrantes,
Tú, que sabes también
cómo hay que acomodarlos en la cruz.
Dame el dolor cortante
de tus siete cuchillos
para abrir en el cielo los torrentes
del perdón.
¡No saben lo que hacen
al levantar la frente a las estrellas
y olvidar que tus manos anidaron
en la blondas guedejas de los niños!

Por el tosco cilicio de tu carne
sonrosada en el pasmo del pesebre,
y el hilito de agua
que aniñó de susurro
los mares crepitantes de tus voz creadora,
haznos sentir el área de la rosa
y llamar nuestros nombres farisaicos
por el timbre de gota de rocío,
donde vibra el rayito en que te humanas
y se endiosa la concha del Jordán
con que nos divinizas,
Señor de los perdones,
Tú, Dios-niño.