Las plumas del Quetsal

Autor: Astor Brime   email: gegarcas@hotmail.com

 

 

Mis brazos airearon las palmeras
con el gozo del sol en los saludos,
- ¡Salve, maya y azteca Guatemala! –
y sus ojos el mar llenó de estrellas
para darle a mis pie constelaciones.
¿Es el quetzal quiché el que me revuela,
o lo tengo emplumado en mi garganta?
Mi trino esponja fronda en cafetales,
con el mango, el jocote y la papaya
riéndome el collar de bienvenida,
alargado en el iris de volcanes
por los brazos de la india atitlanera,
guitarreando los gozos de sus senos;
indiecita endiosada en estos ojos
de fronteras vencidas, la del agua
de labios en la noche de luciérnagas
encendiendo las rutas de la pena,
por nuestro estrecho adiós estremecida,
te llevo en la morena carne tuya
con la blonda caricia del dios maya,
que nos eternizó de madreperlas
para el ara feliz del holocausto;
sirena de Atitlán con surtidores
de abrazos y de besos para estrellas,
cuando el agua desdobla en tus espejos
los ecos de la lluvia; la que traza
las idas del retorno entristecido,
hasta que el Mixco alarga iluminado
el consuelo triunfal del firmamento,
incrustado en el ara de la tierra.
Quizá esa vocación geografiada
de fuente de violeta bullidora, 
descifrada en la perla de la concha,
canéfora de entregas de alma y cuerpo
y de abrazos de océanos hermanos,
la dicte el Lempa niño o el Pasión
embarcando verdades hacia fuera.
Sangrante generosa, circundada
por brillos de quetzal, emplumadores
de sueños de esperanza:
Guantemala.

Del poemario NOMADA AZUL (CANTO ABISMAL). 

Premio de poesía Bahía de Algeciras.