El naufragio del derecho

Autor:  Elías Saavedra

Fuente: Gama

 

 

El derecho existe para defender a cualquier ser humano de agresiones e injusticias, de abusos y crímenes, de robos y marginaciones arbitrarias. El derecho busca proteger al hombre simplemente en cuanto hombre. Se coloca por encima de quienes aman las “etiquetas discriminatorias”, por culpa de las cuales sólo algunos son defendidos mientras que otros son marginados según el capricho de ideologías y grupos de poder.

En muchos pueblos del pasado y del presente el derecho ha sido desvirtuado por injusticias como la esclavitud, la eliminación de niños recién nacidos o aún no nacidos, el racismo, el desprecio hacia la mujer. Ahora, además, se está produciendo un nuevo fenómeno no carente de injusticia: la sobreprotección de algunos grupos humanos en detrimento de otros.

Así, organizaciones que dicen defender los derechos individuales y sociales buscan sobreproteger a algunos grupos humanos por encima de los demás hombres y mujeres que pertenecen a la sociedad.

El actual movimiento en favor de los derechos de la mujer, de los adolescentes, de los homosexuales, etc., está avanzando en esa dirección. A través de leyes que tienen como objetivo hipotético el evitar males reales, se están fomentando nuevas formas de injusticia.

Establecer, por ejemplo, que es más grave agredir físicamente a una mujer que a un hombre es una discriminación negativa que sobreprotege a una categoría en detrimento de otra. De este modo se desvirtúa el auténtico sentido del derecho, se atenta contra la regla auténtica de la justicia y de la igualdad que supuestamente se estaría defendiendo.

Lo mismo podemos decir respecto al tema de la mal llamada “homofobia”. Cualquier actitud de desprecio a un ser humano debe ser perseguida. Pero no debe ser más perseguida si el agredido es homosexual, y menos si el agredido es heterosexual. Para proteger a los homosexuales no hay que establecer leyes especiales “sobre el género”, sino defender los derechos de todos los seres humanos en cuanto tales.

Bajo la bandera de combatir la homofobia hay quienes buscan imponer una visión ideológica que conduce a “injusticias” al revés. Incluso a través de proyectos de ley o resoluciones de principio orientados a dar estatuto legal idéntico a realidades tan heterogéneas como un matrimonio normal (entre hombre y mujer) y un mal llamado matrimonio homosexual, que no podrá ser nunca matrimonio por carecer de la necesaria complementariedad sexual que es propia del verdadero matrimonio y es fuente de su riqueza social.

Para combatir el desprecio a un ser humano, sea cual sea su condición física o psíquica, basta con aplicar leyes que defiendan eficazmente los derechos humanos. Sobra el querer inventar fórmulas que sobreprotejan a grupos sociales en detrimento de otros.

Defendemos la igualdad para todos a través de leyes que valgan para todos. También en una asignatura que han olvidado muchos de los que se apropian indebidamente el nombre de “progresistas”: el aborto. El aborto se ha convertido en una de las más graves discriminaciones de la historia humana, pues permite eliminar miles de embriones y fetos sólo por no ser tan perfectos como sus padres desearían, o por llegar en un momento no deseado. Esa forma de discriminación, y no otras que serán eliminadas aplicando las leyes que ya existen, es la que merece ser afrontada y superada por la sociedad para alcanzar ese mínimo de justicia que permita la vida y la libertad de todos, sin exclusiones.