Las cáscaras de la cebolla

Autor:  Ángel Carrillo L.C.

Fuente: Gama

 

 

Hoy México, como todos bien se dan cuenta, es un foco demasiado vistoso en la basta red internacional, y vale decir que pocas veces nuestro país teje su hilillo a gran escala en esta inmensa red; y es que la razón, por corriente que parezca, es todo un debate: ¿Dejar una mano libre al aborto o no?

Si quisiéramos un calificativo para la historia de México, lo podríamos encontrar, -si se permiten cierto realismo-, en el concepto fatalismo radical. En este drama viene a colocarse este tema de la legitimización del aborto que le dará a México una etiqueta nueva en las crónicas del mundo exterior, es decir, la identidad de México se configurará una vez más ante los ojos globales según su ya conocida fatalidad... ¿o no?; no es algo que se pueda evitar; digamos, por ello, que no es poco lo que se está jugando la Cámara legislativa, un paso en falso, una carta mal jugada, decir sí a lo que es no o no a lo que es sí… Ya el tiempo nos enseñará los resultados, el tiempo: el mejor maestro, lamentablemente mata a todos sus estudiantes.

Por otro lado, no podemos dejar escapar y olvidar esta otra pregunta obvia, que automáticamente se pone quien aún usa su sentido común: ¿Qué hay detrás de tanta polémica? ¿Por qué tanto barullo? ¿A qué viene la querella? ¿Buscamos razones a favor del aborto?, “podríamos” encontrarlas y sin embargo... ¿Buscamos razones en contra del aborto?, nos vienen al instante, las hay y las hay en miles y en todos los órdenes: moral, médico, religioso, económico,… parece entonces que nuestro panorama es claro y, no obstante no lo es: ¿De dónde pues la polémica? ¿Es legal abortar? Si abrimos el telón y vamos tras bambalinas, si le quitamos las capas a la cebolla de nuestra sociedad, no nos sorprenderemos de encontrar lo que suscita tanto debate: ¿No será cierto relativismo lo que hay de fondo? ¿Incluso en cada uno de nosotros? ¿Realmente no es cierto que no nos interesa?

“¿Es legal el aborto? No, pero tampoco es de mi incumbencia lo que los demás quieran hacer (o peor, lo que los demás ya han hecho). ¿Se puede abortar?, depende, todo depende, mientras no sea mi hijo el que sea descuartizado, que los demás hagan lo que se les pegue en gana”.

Volvamos a poner las capas a nuestra cebolla: teóricamente vivimos en sociedad, una sociedad que se está construyendo un futuro y un destino; y así como ninguna de las cáscaras de la cebolla se da por sí sola, ningún individuo se da fuera de la vida cívica, el hombre es un animal social, no nos quedemos sólo con lo “animalezco” de él desechando lo social de su ser; por muy relativistas que seamos, por muy indiferente que nos parezca la cuestión, por lo menos en el fondo sí me atañe, es decir, cada uno a lo menos, tiene un corazón humano para lamentar un asesinato, como lo es el aborto, ¡cuánto más para evitarlo!