Pobres en la cuidad

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

       

                                  "No sé los nombres de todos,

                                    pero me aprendo sus ojos,

                                    y por sus ojos los llamo"

                                      (Pedro Casaldáliga) 

 

Iba pidiendo un trozo de pan,

un trozo de pan para comer,

un trozo de pan para llenar su estómago.

 

¡Y cómo va encorvado por la  calle,

por la acera, por el parque!

 

Miró con la mirada perdida,

hallada en el fondo de la memoria,

reencontrada en la chabola para encontrar amores.

 

¡Y cómo callaba por los hombres,

por los coches, por los semáforos!

 

Iba pidiendo un trozo de pan,

un trozo de pan para seguir,

un trozo de pan para reponer su hambre.

 

¡Y cómo continuaba su lucha por la paciencia,

por la rabia, por el coraje!

 

Miró con la sonrisa deshecha,

olvidada a fuerza de quejarse,

alejada para volver muy pronto.

 

¡Y cómo dijo sabiamente:

no existe amor, sino amores;

no hay dolor, sino dolores;

no hay hambre, sino hambrientos;

no hay pobreza, sino pobres;

no hay heridas, sino heridos!