Un poco de levadura evangélica

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

        

 

 Una mujer se quejaba abiertamente de su enfermedad y se preguntaba inquieta por qué Dios la había castigado con aquella enfermedad. Repasaba continuamente su vida y le parecía que era injusto tener aquella compañera de camino que la torturaba y la limitaba en sus posibilidades.

 

Un cristiano la visitó y cuando la mujer comenzó con aquellas argumentaciones le sugirió: “Señora, la enfermedad no es un castigo de Dios, sino una oportunidad para que usted se purifique desde la debilidad y la humildad. Jesucristo no tenía pecado y sin embargo pasó por una muerte cruel, y todo ello para que tengamos vida en abundancia. Usted no crea que su enfermedad es el efecto de algo malo que ha cometido en su vida, sino más bien para que se manifieste la gloria de Dios y desde su pequeñez pida protección a Dios”.

 

Aquella mujer comprendió en ese momento que su alma engrandecía a Dios y serenó su espíritu con aquellas palabras de fuego.