Un obispo especial

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Monseñor Oscar A. Romero declaró poco antes de morir asesinado en el Salvador: “He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirle que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección; si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño.

El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad... Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir que si llegasen a matarme que perdono y bendigo a quienes lo hagan.

Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es pueblo, no perecerá jamás”.