Un diagnostico oculto

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Asistimos a una decadencia cultural y ese diagnóstico estalla en los corazones de miles de ciudadanos de nuestro tiempo. 

El desconcierto que deambula por doquier se hace fuerte cuando se acerca a los jóvenes, exponentes más claros de las luces y las sombras de una cultura y la manifestación más cierta de lo que se avecina, aunque sea en ocasiones como un balbuceo. Hay una tendencia a olvidar la conciencia como el lugar donde se debaten los pensamientos, las acciones y las palabras de un individuo en un clima de honradez, justicia y verdad, sin mermar la dignidad del ser humano en referencia a los otros. 

Este olvido en hombres de Estado, profesionales y ciudadanos en general parece llevar a nuestra sociedad a la ruina y la decadencia moral. Así ha ocurrido en otros momentos históricos y así irá ocurriendo. Cuando una cultura olvida la justicia y se impone en el foro interno de las estructuras e instituciones el "todo vale", rompiendo el valor de la verdad y la honradez, entonces todo intento de caminar hacia una sociedad más progresista y más auténtica, solidaria y más justa para todos, se encamina hacia el desastre. 

Hoy la separación entre lo económico y la moral, la realidad y los ideales parece hacerse visible en muchas esferas sociales, al tiempo que se ancla como arma preferente el engaño, convertido en modelo de referencia, que convierte al ciudadano en "ladrón a escondidas" y en "burlón de la verdad". 

Este olvido de conciencia y la pérdida de la honradez como los valores más importantes de una sociedad y la enseñanza más auténtica de transmisión a las generaciones más jóvenes, que llevaron a muchos en otro tiempo a preferir morir antes de perderlas como el caso de Santo Tomás Moro en la Inglaterra de Enrique VIII , que se manifiesta en oficinas, gestorías, tiendas, salones de justicia y secretarías de Estado, lo único que lleva a la sociedad es a convertir a la verdad en mera opinión y a la honradez en "burla inocente de bonachones", dejando en los ciudadanos una insatisfacción y un recelo que nos anquilosa cada vez en la "ley de la selva" y el imperio del dinero.