Una oración

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

                                          

                   

Señor, Dios mío, dame alas para levantarse de mi mediocridad. El frío de la realidad se hacen seductor y atrayente, sólo en apariencia pero cuando su aroma nos invade por completa y sacia su propósito, entonces nos deja en lo hondo la sed del vacío y la profundidad de lo incierto. 

Seños mío, muéstrate con toda tu fuerza como hiciste con Pablo de Tarso, Agustín de Hipona, Francisco de Asís, Edith Stein... una nube ingente de testigos que vieron tu rostro y su vida cambió bruscamente. 

¡Ay, Dios mío, ilumina mi noche con la claridad de tu semblante! ¡Ay, Señor mío, no te pares en la rosa, ni en la nieve, ni en la montaña, ni tan siquiera en el templo... Ven a mi corazón y haremos que tu fuerza nos haga danzar como dos bailarines!