Una oración al Dios vivo

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Ojalá rasgases el mal de la tierra y te abras enteramente con tu claridad dejando a la intemperie la invasión cobarde, que distribuye y  aumenta los arpegios de la paz.

 

Te busco y busco, dejando incluso mi aliento en la cuneta pero nada irradia la noche. Pero incluso ahí, cuando la trinchera del sufrimiento se hace tan evidente, lo único que hace comprensible nuestros actos eres Tú, eterno amado para el alma peregrina, volcán celoso para el corazón sediento, diana profunda para la flecha interior.

 

¡Si, tú eres el Amado que hiere el alma con deseo y anhelo, y cuanto menos te hace visible más nos contagias de búsqueda desesperada!

 

¡Si, tú eres el que nos hace encontrar la sospecha pero sólo la fatiga creadora y sola hará encontrar en Ti la belleza que anhelamos el calor que necesitamos y la fortaleza que deseamos!

 

Ojalá sanes nuestra herida interior y nos hagas soportable nuestros pasos.