"Más
vale llorar que reír,
pues
tras la cara triste hay un corazón feliz" (Qo
7,3)
Pintada,
no vacía, está la historia nuestra;
pintada
de violencias y guerras,
tan
cruel, tan negra,
aunque,
de vez en cuando, por el horizonte
brote
una luz de esperanza,
¡tan
fugaz, tan pasajera!
Sombría,
no clara, está la memoria nuestra;
sombría
de justicias y derechos humanos,
tan
alejada, tan distante,
aunque,
de vez en cuando, por las venas
aparezcan
un ramillete de compromisos,
¡tan
momentáneos, tan breves!
Pintada,
no vacía, está la historia nuestra;
pintada
de sangre y heridas,
tan
vanidosa, tan risueña,
aunque,
de vez en cuando, por las montañas
brote
un humano de carácter,
¡tan
escaso, tan molesto!
Sombría,
no clara, está la memoria nuestra;
sombría
de coherencias y afinidades,
tan
hipócrita, tan suplicante,
aunque,
de vez en cuando, por los discursos
aparezcan
un intento de superaciones,
¡tan
intencionados, tan escasos!