No eres una moneda para agradar a todo el mundo. 

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

                                          

                   

En cierta ocasión un joven se acercó a un hombre que tenía muchos problemas con los demás y le preguntó con cierta curiosidad porqué no le preocupaba los comentarios de la gente y porqué era tan independiente del juicio de los otros.

 

El hombre le sugirió que él no era una moneda para agradar a todo el mundo y que siempre hiciera lo que hiciera estaría sometido al juicio "in misericorde" de los demás, hecho que en realidad poco le preocupaba. Él quería actuar en conciencia y jamás sentirse defraudado por su propia incoherencia.

 

Y aquel hombre recordó al joven unas palabras del evangelio: "¡Ay cuando todos los hombres hablan bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas" (Lc 6,26).

 

Y en ese mismo momento supo ese joven que el alma de ese hombre era grande y que hombres y mujeres como él hacen caminar a la historia por la senda del bien y por el camino del sueño.