La enseñanza de Natán
Autor: Padre Francisco Baena Calvo
Natán era un gran profeta en tiempos del rey David y el rey había cometido un gran pecado: adulterio con Betsabé y mandar a Joab que pusiera al marido de ésta, el hitita Urías, en el frente de la guerra en el sitio más reñido y que se retiraran dejándolo solo para que fuera asesinado en el campo de batalla, con intención de casarse con Betsabé.
Y Natán recriminó maravillosamente a su rey: “Había dos hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre. El rico tenía ovejas y bueyes en gran abundancia; el pobre no tenía más que una corderilla, sólo una, pequeña, que había comprado. Él la alimentaba y ella iba creciendo con él y con sus hijos, comiendo su pan. Vino un visitante donde el hombre rico, y dándole pena tomar su ganado, tomó la ovejilla del pobre y dio de comer al viajero llegado a su casa”.
David se encolerizó y dijo: “¡Viva Dios, que merece la muerte el hombre que tal hizo... Entonces Natán dijo a David: “Tú eres ese hombre...” (II Sam 12, 1-15)-