La conversión de un judío

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

Nunca supo realmente cómo fue. De inmediato, la ira que invadía su cuerpo se transformó en un amor apasionado e interesado hacia el Nazareno.

 

Desde aquel momento le parecía rastrero y poco humano aquel juicio y ataque ideológico hacia todo lo cristiano en nombre de sus creencias judías. Había pasado, de inmediato, casi en minutos, de una violencia mordaz a una compasión hacia todo lo opuesto a sus creencias. Verdaderamente ¿quién era él para convertirse en el juez del mundo si “sólo Dios es el juez de la verdadera grandeza porque El conoce los corazones de los hombres” (Gandhi).

 

Supo desde entonces que aquella transformación interna no era algo causal ni una evolución intelectual de natural factura, sino que en ella había acontecido la especial intervención del Dios vivo, misterioso y eternamente Otro.

 

Hasta entonces las conversiones les parecían lejanas y poco convincentes, pero ahora la vivía en sus propias carnes y en su más íntimo centro. Y jamás dudó de su experiencia íntima en pro de Jesús, el Nazareno.