Jesús no era un ingenuo.

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Un hombre sugirió que Jesús de Nazaret era un ingenuo y que le faltó vivir unos pocos años más para comprender a las personas. Su ingenuidad, según este hombre, radicaba en su confianza en las personas que le rodeaban y que pedía a la gente más de lo que podían dar. Además, creyó que podía cambiar el mundo y a la sociedad. Pidió actitudes que rayan en lo sublime y que nadie, ni siquiera sus mejores seguidores, podían realizar.

Este comentario fue contestado por un amigo suyo, que era un creyente comprometido: “No hay constancia de que Jesús fuera un ingenuo y si no lo era sabía perfectamente que presagiaban su muerte.

Su descarada libertad, su cercanía con los pecadores, su crítica al templo como mediación válida hacia Dios, su relativización del sábado a favor del hombre, su pretendida autoridad que rectificaba la ley de Moisés, su confianza en Dios a quien llamaba cariñosamente Abba (papaíto), su proclamación como Mesías de Israel, su independencia hacia los grandes grupos religiosos de su tiempo... Todo ello fueron motivos que llevaron a la muerte a Jesús y “su tiempo le pasó la factura”.

 

Jesús no era un ingenuo y a pesar de todas las traiciones y negaciones, ataques y amenazas, creía en el hombre como la imagen auténtica de Dios. No creo que creer en la humanidad sea un signo de ingenuidad sino un signo de esperanza y la exigencia de una nueva humanidad reconciliada en el amor.