El rostro de Jesús

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

La esencia de la vida consiste en mirar las mismas cosas de maneras diferentes y contemplarlas desde posiciones diversas. El águila divisa la tierra desde el espléndido cielo, mientras la serpiente serpea la tierra sin mirar mucho hacia el horizonte.

 

Sube a una montaña y contempla la grandeza de la naturaleza, y allí verás que tu mirada es pequeña y, en ocasiones, andariega.

 

Súbete a la montaña y reza el salmo 8: “¡Señor, dueño nuestro, qué admirable eres tú en toda la tierra! Ensalzaste tu majestad por encima del cielo con la boca de un niño de pecho... Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que te ocupes de él?....¡Señor, dueño nuestro, qué admirable eres tú en toda la tierra!