El leño seco

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

Cierto día un leño seco, que estaba destinado para la chimenea de la casa de una familia, se quejó abiertamente de su brutal destino y decidió negarse a ser quemado y consumido. No quería terminar como todos los leños secos que había conocido. Él quería una muerte más digna y más condescendiente con su origen: él provenía del olivo más grande y más frondoso de toda la finca.

 

Su rebeldía le hacía rebelarse contra todos los “ineptos” leños que aceptaban como un destino sellado durante millones de años por sus antecesores que deberían terminar en la hoguera para darle calor a los humanos.

 

Se alejó de los suyos porque no comprendía aquella situación y decidió marcharse al bosque, independiente y libre, alejado de las ataduras sociales y de los condicionamientos de los suyos. Él quería vivir de toda manera y terminar sus años de una “manera más auténtica”, según él.

 

Todos le repetían que no podía negarse a ese destino y que su mayor alegría tenía que ser quemado por el padre de todas las purificaciones, el fuego, y que si se negaba terminaría peor de lo que pensaba. Pero él se negaba a aceptar esta realidad. Se alejó al bosque para vivir libremente y en descampado, pero cuentan que allí sigue estéril y viejo, cansado y receloso, uraño y quejoso de su destino, y suspira una mano que le ayude a llevarlo a la consumación más autentíca y a la realización más plena.