Dios es purificado en nuestra alma

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

Y dijo el profeta: Dios es purificado en el más profundo centro del alma. Un rasgo de Dios es su inmutabilidad, pero la vida del que cree cambia muy a menudo y se percibe de manera diferente en el transcurso de la existencia.

 

La creencia en Dios es personal y contemplada desde perspectivas muy existenciales y radicalmente psicológicas, pero la fe tiene que ser purificada por la sospecha más honda que es potenciada por “nuestro ateo interior” que nos lanza los interrogantes más hirientes y el clamor más intenso.

 

No tengáis miedo a esa sospecha interna que pone en cuestión hasta los más diminutos cimientos y cuestiona la misma fidelidad a un credo, porque la fe y la sospecha brotan de una misma fuente interior. Y lo que un día es motivo de confianza, mañana será causa de desconfianza.

 

Y es en tu espíritu donde el seguimiento y la fidelidad al Misterio se forjan y se purifican sin remedio, porque bien sabemos que cuando se desmorone de tu cabeza y de tu existencia un “dios” lo único que puede comprender es que ha sido destruído afortunadamente una imagen falsa del Dios invisible y sorprendente, fascinante y tremendum, pleno y absolutamente otro. Efectivamente, Dios es purificado en nuestra alma y desvelado en el silencio.