Cristo roto

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

En una gran ciudad alemana, en el tiempo de la Segunda Guerra Mundial, los bombaderos destruyeron la más hermosa de sus Iglesias. Entre sus escombros se mezclaban sus retablos e imágenes con las piedras y el polvo. Se pusieron a la obra y pudieron reconstruir algunas imágenes, entre ellas a un Cristo crucificado, una talla magnífica antiquísima, verdadera devoción de muchísima generaciones en esa ciudad.

                Se pusieron a la obra para restaurarla pero fue imposible encontrar los brazos. Tuvieron tentaciones de hacerles unos nuevos pero alguien pensó que aquello era un signo y una exigencia para todos los que se acercaran a implorarle y rezarle.

                Alguien rezó ante Él: “Cristo no tiene brazos, tiene los tuyos para crear un mundo donde brille la justicia y la paz; Cristo no tiene manos, tiene las tuyas para brindar ayuda al que necesita consuelo; Cristo no tiene dedos, tiene los tuyos para fortalecer al débil y alentar al triste”.