Búsqueda ardiente

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

                                 "¿Adónde te escondiste,

                                  Amado, y me dejaste con gemido?

                                  Como el ciervo huiste

                                  habiéndome herido;

                                  salí tras ti clamando y eras ido"

                                         (SAN JUAN DE LA CRUZ)

 

Si pudiera alcanzar tus manos invisibles en la noche

cuando los lobos feroces de lo dentro aúllan de miedo

y los duendes del alma suspiran en silencio

entonces podría decir que mi búsqueda no era inútil.

 

Si alcanzara tus labios encendidos en los rezos

cuando los salmos se hacen gaviotas en el pensamiento

y las palabras palomas mensajeras del deseo

entonces podría decir que mi oración alcanzó la fuente.

 

Si hilvanara tus mil mundos cosidos en la memoria

cuando la herida suspira hondo sin dejar consuelo

y los versos claman un laberinto de pasiones

entonces podría decir que mi vida no ha sido en vano.

 

Si pudiera subir despacio a lo más alto del abismo

cuando los temores reclaman un signo sin paciencia

y las sospechas humedecen el poco espacio creyente

entonces podría decir que mi misión ha sido cumplida.