Correo LXXIII: Ana y una oración de acción de gracias

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

Ana: 
Esta mañana he pensado en ti de una manera especial y he descubierto con preocupación que no siempre damos gracias por todo lo que tenemos a nuestro alcance y que millones de personas no lo tienen, y generaciones anteriores a nosotros tampoco. ¡Y no me he resistido a no compartir mi acción de gracias a Dios por todo lo que nos rodea, actitud fundamental para ser felices y no caer en la desesperanza!

Gracias, Señor, por las gafas que nos ayudan a contemplar la realidad de manera brillante y clara. Ellas nos descubren que hay inventos mágicos al servicio del hombre y no solamente para destruir el “habitat” y el ecosistema. Nadie vislumbra la pérdida de la vista con unas lentes adecuadas, pero quítate las gafas y sabrás dar gracias desde la mañana hasta la noche.

Gracias, Dios de los mil nombres, por el teléfono que nos hace sentir muy cerca de las personas que están lejos, que nos hace palpar en segundos que la distancia no está en los kilómetros sino en unas miradas con rabia y unos labios mudos.

Gracias, Señor, que nos haces sentir en el día la grandeza de los inventos humanos a favor del progreso y de la calidad de vida.

Hoy, Señor, cogiendo el teléfono he comprendido que el hombre es grande porque participa de Ti, verdadero creador de todo lo que existe.

Hoy, Señor, mirando el teléfono en la sala de estar de mi casa he descubierto con pena que no siempre damos importancia a lo que tenemos.

Gracias, Señor, por el coche que nos hace sentir que las distancias no son motivo para no conocer las maravillas de la naturaleza y la grandeza de los mejores hijos de ayer que dejaron plasmados su ingenio y su arte en Iglesias, museos, palacios, plazas y calles.

Gracias, Dios mío, por el coche, invento del hombre para el hombre, que a pesar de la contaminación y el ruido nos hace comprender que sin él la vida nuestra sería impensable.

Gracias, Señor, por las carreteras, arterias vivas por donde caminamos, a veces sin sorprendernos de las grandezas de la creación, pero que ellas nos ponen en contacto con otras culturas, con otros pueblos y nos hacen sentir que las distancias en el espacio no son impedimentos para saborear la vida.

Gracias, Señor, por el bolígrafo que pone figura a los sentimientos y pensamientos del hombre y deja enmudecido al vacío.

Gracias, Señor, por el bolígrafo, ese compañero diminuto en el bolsillo de la camisa pero que sin él un momento de inspiración o el miedo al olvido serían terribles.

Gracias, Señor, por el bolígrafo que hace comprender a los humanos que somos diferentes del resto de los animales, precisamente por ser gestadores de cultura, creadores de la escritura.

Un amigo.