Correo LVI: Ana y su "Alma de Oro"

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Ana: 

Hace unos días que apenas se de ti. Cada día miro con deseo el correo para ver si llega el tuyo y parece que has desaparecido, perdida en la inmensidad del silencio. ¡Estoy tan acostumbrado a tus correos que parece que falta algo en mi cuando no los recibo! ¡Te has convertido en una sombra que pone en movimiento mis propios secretos y tu vida se ha hecho tan familiar a la mía que parecen que tus experiencias e inquietudes son las mías por momentos!

¡De manera veloz vienen a mi tus propios suspiros de joven y me hacen estallar de inmediato para salir al paso de tu propia experiencia y ponerla en las manos de Dios para que se haga ofrenda agradable a Él!

¡En ti descubro a los jóvenes de tu generación que luchan por alcanzar la felicidad y se enfrentan a miles de inconvenientes y fantasmas interiores! 

¡En Ti encuentro un alma gemela que me ayuda a concentrar mi oración diaria hacia los jóvenes de hoy!

Federico García Lorca, uno de los grandes poetas españoles del siglo XX, decía: “Hay almas que uno tiene ganas de asomarse a ellas, como a una ventana llena de sol”! ¡Sin duda ésa eres tú, Ana!

Conozco personas que solamente sus palabras y su testimonio han hecho que mi espíritu crezca y que en mis sentimientos resurja la esperanza en medio de tantas vidas mediocres y vanas, insatisfechas y huidizas, trabajadoras del bienestar personal pero incapaces de mover un dedo por la dignidad del hombre y la justicia para todos.

Muchas personas han hecho brillar la esperanza más que todas las estrellas del cielo en la noche y han ayudado a otros cuando sus sufrimientos eran espantosos y su malestar enorme, pero a pesar de todo han podido confiar en el hombre, y han obtenido respuesta a su oración, creyendo con Gorge Meredith que “el que después de la oración abriga mejores sentimientos ha obtenido ya respuesta a sus súplicas”.

¡Hago mía estas palabra de San Juan Crisóstomo cuando decía que “Dios no tiene necesidad de oro, sino de almas de oro”

¡Si, Ana, almas de oro que sientan en sus fatigas el cansancio de una humanidad sufriente y dolida. Almas de oro que cabalguen por la senda del servicio y los caminos del bien, que sepan amar con intensidad a los otros.

Almas de oro que penetren en las entretelas de la historia y hagan estallar a pedazos el mal que se esconde en sus adentros. Hombres y mujeres que paralicen sin miedo el vendaval del egoísmo y sean capaces de purificar los cimientos de este mundo tan poco dado a querer.

Almas de oro que nos recuerden que "Hay hombres que luchan un día, y son muy buenos. Hay otros que luchan un año, y son mejores. Pero hay otros que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles” (B. Brecht). 

Almas de oro que hagan dormir la injusticia y repartan amistad sin remedio.

¡Sí, "Dios no tiene necesidad de oro, sino almas de oro"!

¡Ana, hoy de manera especial he rezado por ti y por los jóvenes de tu generación!

¡He pedido que siempre tengas “alma de oro” y que nunca dejes de ser tú mismo, intensificando tu combate interior para ser cada día más auténtica y radiante interiormente!

Un amigo.