Correo LXI: Ana y "signos de la primavera" para la Iglesia

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

   

Ana: 

Tu voz es mi propia conciencia que deambula en la búsqueda y tus preguntas son mis propios interrogantes salpicados de juventud y de autenticidad. A veces, tus propios correos son espadas hirientes que marcan mis propios silencios y mis temores, mis miedos y mis aspiraciones. ¡Parece como si mis fantasmas salieran del sótano y me hablaran con sinceridad y sin protocolos! ¡En el fondo somos dos peregrinos en busca de nuestra propia identidad y eso te lo agradezco sobremanera!

Tu correo anterior me ha dejado herido y, al mismo tiempo, sorprendido. Son mis propios interrogantes los que reflejas con fuerza y con intensidad. Y me preguntas “¿Qué está pasando en la Iglesia cuando descubres que la práctica a la eucaristía dominical está bajo mínimos? Ana, ciertamente, vivimos una nueva época evangelizadora en la Iglesia y en la transmisión de la fe. Y en esa transmisión evangelizadora de las generaciones más jóvenes no se vislumbra como algo esencial la asistencia a la celebración litúrgica de la fe. Tenemos que huir de los triunfalismos eclesiales y asumir el triunfo de la cruz, pero te digo por convencimiento que hoy se experimenta una verdadera primavera en el camino de la historia cuando llega este Tercer Milenio del Cristianismo. Hay signos marcadamente positivos en la Iglesia actual: la presencia creciente de los seglares en la dinámica y vida de las comunidades y parroquias, los esfuerzos cada vez más testimoniales de los cristianos para confrontar sus vidas y sus comportamientos con el evangelio y el Espíritu del Maestro, el aumento de las vocaciones religiosas y sacerdotales, el alejamiento de la jerarquía eclesiástica del poder político, el prestigio internacional del Papa y la proyección social de sus discursos y viajes, el número ciertamente infrecuente y poco relevante de las secularizaciones religiosas y sacerdotales, la recuperación de la dimensión espiritual en la Iglesia tras una etapa ciertamente caracterizada por una tendencia activista en el diseño práctico de la fe, el prestigio internacional de Cáritas como una de las instituciones más importantes de ayuda al Tercer Mundo, el florecimiento de movimientos apostólicos, el esfuerzo de intelectuales y de la Iglesia misma para dialogar con el mundo y la cultura actual, la presencia cercana del ministerio presbiteral en las comunidades y pueblos...

Verdaderamente hay también grandes lagunas y puntos oscuros en la Iglesia actual, pero no valorar los aspectos positivos de esta Iglesia sería distorsionar la realidad y no hacer justicia a la andadura contemporánea del mismo Pueblo de Dios, marcado por la asistencia del Espíritu Santo, auténtico protagonista de la evangelización y de la Iglesia misma. 

Un amigo.