Correo LXXXVI: Ana y la "mirada histórica" 

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Ana: 

El Concilio Vaticano II lanzó un mensaje a los jóvenes lleno de vitalidad y que aún conserva su actualidad. Un mensaje que resuena en el corazón de millones de creyentes: “Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males. Sed generosos, puros, respetuosos, sinceros. Y edificad con entusiasmo un mundo mejor que el de vuestros mayores”. 

¿No crees que tenían mucha razón los padres conciliares para lanzar este maravilloso mensaje a los jóvenes, invitándolos a decir no a la violencia y a edificad el futuro? 

Me comentabas en el último correo que tus amigos afirman siempre que el estudio de la Historia es un parche y que la Filosofía es una pérdida de tiempo. ¡Para vosotros, lo importante es la técnica y la informática, auténticos hitos de una sociedad nueva, que ha generado a al generación mejor preparada y con mayores posibilidades en nuestro país! Y, además, estás convencida que todo lo anterior a vosotras es antiguo, conservador, caduco y anquilosad. ¡Y lo miras con recelo! 

Ana, vuestro comentario me da pena y no hace justicia al pasado. ¡Es injusto vuestros comentarios, demasiado cargados de contemplación y de ingenuidad!

No despreciéis el pasado glorioso del pensamiento y del saber. El presente sería ilusorio si no tuviera como remitente el pasado y como proyección el futuro. Te quiero recordar unas palabras impresionantes de Goethe: “El que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día”. Si crees que nosotros somos mejores que aquellos que dejaron grabados sus nombres en la historia de la humanidad con sus magníficos razonamientos e ideas solamente porque tenemos en casa un ordenador y algunos electrodomésticos creo que es un error de primera magnitud. 

Hay dos grandes tentaciones en la vida: una, anclarse en el pasado y, otra, mirar desesperadamente al futuro. 

Si miras para atrás y añoras que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, tu añoranza te impedirá descubrir que el presente es un regalo de Dios, una oportunidad para santificarte despacio, valorando las pequeñas cosas y personas que tienes a tu alrededor. 

Si continuamente miras al futuro y desesperadamente buscas un “mundo” mejor, más acorde con la seguridad y la comodidad, entonces huirás de tu presente como de la peste, y serás una desgraciada, una pobre perdida en el ajetreo de la historia. 

Ana, sólo si vives el presente como un tiempo de Dios, sin olvidar el pasado y abierto al futuro, entonces tu vida será verdaderamente un don y una oportunidad para ser tú misma... Nunca olvides la recomendación del gran escritor Goethe: “El que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día”.

Un amigo.