Correo C: Ana y la reencarnación

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Ana: 

Hace tiempo te comenté que llegaríamos al correo C en nuestro intercambio. 

Ciertamente, nuestro encuentro fue casual y navegando en Internet, nuestra autopista de la comunicación, nos encontramos y nuestras almas se fundieron en busca de respuestas. 

Tú, tan entusiasta y tan inquieta, ibas dejando en mi interior una vida con deseos de respuesta, y yo, al mismo tiempo, intentaba encontrar una respuesta adecuada a tus inquietudes. ¡Si, dos almas en busca de su identidad y dos personas que se lanzan a la búsqueda de Dios en medio de la red!

Y, en este último correo, me preguntas sobre la reencarnación, ya que tus amigas están entusiasmadas con esta creencia, aunque sospechas que no saben muy bien el significado de la misma. ¡Cómo me gusta tu observación y tu sensatez!



La reencarnación consiste en la creencia de que el alma del sujeto que muere vuelve a nacer en otro cuerpo. Según esta doctrina, el alma es lo único verdadero, mientras que el cuerpo es el lugar de confinamiento temporal del alma, donde ésta queda encerrada hasta que se purifica totalmente de sus ataduras temporales...Cuando un alma no ha conseguido purificarse totalmente en esta vida, al morir vuelve a encarnarse en otro cuerpo y así sucesivamente hasta que termina su purificación definitivamente. 

El Budismo acepta el proceso de cambio (samsara) por el cual las personas mueren y renacen en uno de los seis reinos de la existencia universal, entre ellos el cielo y el infierno, estados imperfectos en los que la reencarnación depende de los progresos que se haya hecho en la existencia. Finalmente, todos los seres humanos irán al reino “sin muerte” (Nirvana), que incluye el culmen de la iluminación, la serenidad y la tranquilidad sin límites. Todos los individuo se reencarnarán varias veces antes de alcanzar el Nirvana, pero sólo los seres iluminados (Budas) pueden recordar sus vidas pasadas. 

El judaísmo, el Islam y el Cristianismo no aceptan la reencarnación. En efecto, ésta no es compatible con la revelación del Antiguo Testamento ni con la del Nuevo Testamento. Esta doctrina es totalmente incompatible con las tesis católicas sobre el alma. El alma es la forma sustancial del cuerpo, que le da el ser específico, por lo que no puede llegar a ser la forma de otro cuerpo (cf. Santo Tomás, De spiritalibus creaturis, a.9, ad 4). 

Ana, desde una perspectiva cristiana, la vida humana no termina en la muerte. La muerte es la experiencia penúltima de la existencia humana. Esperamos que la última palabra sea la resurrección definitiva en Cristo resucitado.

La Iglesia reconoce la identidad personal e irrepetible del ser humano, incluso más allá de la muerte física, aunque otras religiones y millones de personas en todo el mundo admitan la reencarnación. 

La reencarnación, aunque facilita la pregunta sobre la maldad de las personas, ya que admiten que todo el que ha sido perverso y malo en el mundo, necesita otras “vidas” para purificarse hasta su total reconciliación, plantea un problema de primera magnitud, la identidad personal del ser humano y su responsabilidad personal en las acciones.

Un amigo y que Dios te bendiga siempre.