Correo XLV: Ana y la igualdad de la mujer
Autor: Padre Francisco Baena Calvo

   

Ana: 

¡Cómo me agrada que tu mirada sea cada vez más crítica y exigente, comprometida y esperanzada! ¡Cómo me gusta tu vitalidad y tu insatisfacción existencial!

¡Y proclamas en tu correo un sueño: la eliminación de toda discriminación por raza, sexo o religión! ¡Y pides con exigencia la igualdad de la mujer en la sociedad! 

¡Si, Ana, quiero decirte que uno de los signos más evidentes de nuestro tiempo ha sido el derecho fundamental por asegurar la igualdad entre todos los hombres, y reconocer que “toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan divino” (G.S. 29). 

La mujer, en este tiempo, ha conseguido una importancia y una mayor participación en la vida social y pública. Su presencia es cada vez más creciente en el ámbito económico, político, laboral y social, aunque no lo suficiente. ¿No crees? 

El derecho de la mujer a su dignidad conlleva que no se le impida tener acceso a una educación y a una cultura iguales a las que se conceden al hombre. Además, en las reinvindicaciones legítimas, la mujer reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre. 

¡Queda mucho camino por recorrer y muchos muros que destruir para asegurar el derecho y la igualdad de la mujer en la sociedad, y vosotros, jóvenes de esta generación, seréis testigos de esa conquista! 

Ana, defender la igualdad del hombre y mujer conlleva promover la igualdad de iguales pero diferentes en sus papales.

¡Tenéis un deber y una exigencia: cualificaros profesionalmente para asumir responsabilidades en el sistema de producción y en la vida empresarial!

¡Seguro que la incorporación en puestos de responsabilidad en la vida pública y social ha sido uno de los grandes triunfos de la mujer en la sociedad, más allá de su puesto tradicional en el hogar como ama de casa, esposa y madre!

¡Seguro que la valoración de la mujer en nuestras sociedades occidentales como un ser humano auténtico con los mismos derechos y deberes que el hombre sea uno de los más grandes logros y el orgullo más importante del movimiento feminista a lo largo de todo este siglo, si bien esa reivindicación se haya planteado, no pocas veces, en la misma clave que se criticaba, el dominio de un sexo sobre otro. 

Sin embargo, Ana, ocurre algo curioso. Después de tantas luchas y reivindicaciones feministas para hacer creíble y real la igualdad y la dignidad de la mujer en la sociedad, la imagen más usual de la mujer en la publicidad y los concursos televisivos sea la mujer como objeto de deseo, subrayando de una manera consciente, y en ocasiones inconscientemente, que su mejor encanto sea su físico. 

Dudo que esta imagen de mujer sea el reflejo y cumbre de tanta lucha sindical, política y social en la sociedad actual, y creo que llenaría de pena a todas las mujeres que han dado su vida por reivindicar sus derechos en un plano de igualdad con el hombre. 

Un amigo.