Correo LXXV: Ana y la historia de la Iglesia

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

Ana: 

            Te has sentido sobrecogida por las páginas tan tristes de la Historia de la Iglesia, y te has rebelado interiormente de tanta sombra. ¡Yo comparto contigo esa rebeldía interior!         

            Me comentas con vehemencia que Jesucristo te atrae con entusiasmo pero no la Iglesia, a la que miras con recelo y desconfianza. También me dices que tu amiga Juli afirma que no puede entender que la Historia de la Iglesia esté tan llena de intolerancia, crímenes, marginaciones y privilegios.

            ¡Afirmas que no puedes entender que la historia de la Iglesia estuviera llena de tanta intolerancia, crímenes, marginaciones y privilegios.

            ¡Sí, cuántas realidades de la historia nos resultan insoportables a nuestra mentalidad occidental y actual! ¡Cuántas páginas de la historia son difícil de digerir y tan alejadas del legado espiritual del “Nazareno”!

 

Ana, la Iglesia es santa y pecadora. La Iglesia como grupo humano tiene una larga historia llena de virtudes y almas grandes pero también tiene páginas tristes y oscuras, escandalosas y atroces. Esas “páginas de la historia” deben ser leídas críticamente y como una llamada a la conversión que nos lanza el evangelio a todos.

 

            Desgraciadamente, suenan más las páginas oscuras de la Iglesia que esos hombres y mujeres que han dejado “cantidades de santidad” en el transcurso de esta historia nuestra, y pertenecen a los mejores hijos de la humanidad.    

Madre Teresa de Calcuta, que fue una monja católica de etnia albanesa, nacionalizada india posteriormente, considerada madre de los pobres de Calcuta y premio de la paz en el año 1979, decía a sus hermanas Misioneras de la Caridad, en el año 1969: “No os dejéis perturbar por habladurías. Oís hablar de sacerdotes y de religiosas que renuncian, de hogares destruidos. Pero no olvidéis que existen miles y miles de sacerdotes, de religiosas y de familias fieles. Esta prueba purificará a la Iglesia de las debilidades humanas, y saldrá de ella más hermosa y más auténtica”.

Ana, esta constante de fidelidad en sacerdotes, religiosos y matrimonios es lo que mantiene la bondad en el mundo y lanza a las generaciones venideras a saborear un mundo más auténtico y solidario, capaz de compadecerse del hombre y lanzarlo hacia el Misterio.

 

Sin duda alguna, Ana, que las crisis purifican a las instituciones y la meditación de los pecados de Historia de la Iglesia deben de ayudarnos a ser mejores y dejar en nuestro entorno un rastro mejor, cargado de bondad, santidad y justicia.

Un amigo.