Correo LXXXVII: Ana y los "Deberes Humanos" 

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Ana: 

Tu voz parece provocar en mi interior heridas profundas. Tus preguntas son hirientes en ocasiones y, otras veces, la mayoría, son verdaderos retos que jalonan miedos escondidos en los desvanes de mi propio interior. ¡Gracias por todo ello!

No seas nunca una conformista que se resigna al estado actual de las cosas como si no se pudiera cambiar nada. Se realista y trabaja siempre para que en tu entorno haya más justicia y más comprensión. Hoy puede ser un gran día, un maravilloso día para ti y para todos los que te rodean. 

Tu correo reclama grandes garantías de derechos para los jóvenes. El otro día, me comentas, unos vecinos se quejaron al Ayuntamiento de la “movida juvenil” en su barrio, y os desalojaron sin miramiento. ¡Y reclamas con furia que tenéis derecho los jóvenes a divertirnos y que la calle es vuestra también! 

¡Si, es cierto que tenéis derecho a divertiros pero también hay otra gente que tienen sus derechos: derecho a descansar, derecho a tener su barrio limpio, derecho a preservar su patrimonio...! 

Ana, ¿te has preguntado si en otros países permiten estas “movidas juveniles” en pleno centro de las ciudades y en lugares donde hay vecinos? ¿No crees que las autoridades permiten estas “movidas” para tener a la gente joven contenta y que repercuta en las elecciones?

Jostein Gaarder, autor de "El mundo de Sofía", comentaba que "el próximo siglo necesita un paso más en el compromiso global por la justicia y el desarrollo. Requiere una Declaración de Obligaciones humanas. Porque no tiene sentido seguir hablando de derechos si no nos marcamos unas responsabilidades.

¡Magnífica manifestación de Jostein que nos recuerda a todos los humanos que no hay derechos sin deberes y responsabilidades!

Los sabios nos recuerdan que una persona que no sabe obedecer no debería mandar y que solamente exigiéndose a sí mismo será posible poder exigir a los demás, pues de la misma manera solamente se puede hablar de derechos cuando los deberes estén reafirmados y las obligaciones contempladas.

En la sociedad actual, demasiado preocupada en airear los derechos de todos los ciudadanos, convendría recordar las palabras de Gaarder y decirles a todos los hombres y mujeres, jóvenes y niños, que para que los derechos tengan efecto convendría también darle alas a las obligaciones.

Ana, te invito a rezar esta oración de Santo Tomás Moro: “Señor, dame una buena digestión y, naturalmente, algo que digerir. Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para mantenerla. Dame un alma sana, Señor, que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro de modo que, ante el pecado, no me escandalice, sino que sepa encontrar el modo de remediarlo. Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los ronroneos, los suspiros ni los lamentos. Y no permitas que tome demasiado en serio esa cosa entrometida que se llama el “yo”. Dame el saber reírme de un chiste para que sepa sacar un poco de alegría a la vida y pueda compartirla con los demás”. 

Un amigo.