Correo LCIII: Ana y el testimonio de Edith Stein (II)

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Ana: 

Gracias por tu correo. Te ha emocionado vivamente el testimonio ejemplar de este monja. ¡Y estás deseando que te cuente más de ella!

Aquella visión en la Catedral de Friburgo jamás la pudo olvidar. Ella misma escribiría: “Lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada". ¡Continuemos!

Edith tenía una gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach, y con su esposa. Ambos se habían bautizado en la Iglesia evangélica. Muere Adolf Reinach en el mes de noviembre del año 1917 en Flandes. 

Ella fue a visitar a su amiga, la Señora Anne Reinach, la joven viuda de Adolf, y el impacto de Edith fue sobrecogedor. ¡Aquel encuentro la zarandeó interiormente! 

Ella como filósofa había encontrado siempre ante la muerte dolor, sufrimiento, desesperación, misterio, y sin embargo su amiga transmitía paz y serenidad interior, fundamentada en el Dios de Jesucristo. Tal fue el impacto existencial de aquel encuentro con su amiga, que años más tarde, Edith comentaba: "Fue el momento en que se quebró mi incredulidad, palideció el judaísmo y apareció Cristo: Cristo en el misterio de la Cruz".

En otoño del 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Husserl porque deseaba trabajar independientemente. Deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por entonces, era inalcanzable para una mujer. Más tarde, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío. 

En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad". Ella misma escribriría más tarde: “mi anhelo por la verdad era ya una oración”

En enero del 1922, Edith Stein se bautizó y fue confirmada por el Obispo de Esmira el fiesta de la Candelaria. Después de su conversión fue a visitar a su madre en Breslau. Le confesó que era católica y las dos lloraron. 
Inmediatamente después de su conversión, ella aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales le impiden dar este paso en ese momento. Acepta un empleo como profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta la Pascua del 1931. Hace grandes viajes para dar conferencias, especialmente sobre temas femeninos. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y algunas obras filosóficas propias. 
¡Aún no hemos acabado, Ana, la vida de Edith, copatrona de Europa, es especial! ¡Continuará!