Correo LCIX: Ana y el sacerdocio de la mujer

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Ana: 

¡Doy gracias a Dios porque eres mujer y por tu sensibilidad! El Papa Juan XXIII declaraba en la encíclica “Pacem in Terris” un alegato a favor de la mujer: “La mujer, cada vez más consciente de su dignidad humana, no tolera ser considerada como un instrumento, sino que exige que se le trate como persona, tanto en el hogar como en la vida pública”.

¡Magnífico reclamo del Papa bueno a favor de la mujer y la llamada urgente para tratar a la mujer como persona y no simplemente como un instrumento ni un objeto de placer!

Sería bueno que le pidiéramos a Dios que nos conceda el don de valorar a la mujer y el juicio justo para llevarla hacia las cuotas más plenas de respeto y dignidad.

Ana, me preguntas con fuerza, y casi con rabia, si están justificadas las razones por las cuales la Iglesia católica excluye a la mujer del sacerdocio ordenado, y cuáles son esas razones. ¡Si, ya estás con el ataque frontal a la “Iglesia machista! 

Verdaderamente, la Iglesia, como decía el Papa Pablo VI el 15 de octubre del 1975, “por fidelidad al Señor, no puede modificar la práctica observada sin interrupción desde los tiempos apostólicos de conferir exclusivamente a los hombres la ordenación sacerdotal”. El mismo Papa continuaba: “la Iglesia no ha admitido nunca que las mujeres pudiesen recibir válidamente la ordenación sacerdotal o episcopal. La unanimidad entre los diversos padres, y las Iglesias de Oriente y Occidente es, en este punto, indiscutible”. Subraya que este fenómeno no es simplemente atribuible a razones sociales o histórico-culturales sobre la condición de la mujer en la época, sino más bien a una coherencia de continuidad significante en el ministerio de Cristo. ¡Y la razón última de las decisiones de la Iglesia están en las “mismísima palabra y en la mismísima intención de Cristo! 



Si la Iglesia quiere ser fiel al propio Jesús debe de ser fiel a la propia práctica de la misma Iglesia desde su inicio, que, a pesar de tener grandes mujeres en su seno, nunca confirió el sacramento del Orden a las mismas. 

Ana, el argumento teológico en que se apoya el sacerdocio ordenado masculino es debido al carácter representativo y simbólico del varón ministro en relación con Cristo. ¡El sacerdocio actúa “in persona Christi capita” y Cristo fue un hombre!

Ciertamente, la Iglesia es el “Cuerpo de Cristo” donde cada uno tenemos una misión. 

Entender la prohibición de la Ordenación de la mujer en clave de poder, o de estrategias para impedir a la mujer que acceda al poder real de la Iglesia, en el fondo es manipular la “intención de la Iglesia primitiva” y la propia historia de la Iglesia. 

Muchas mujeres trabajan en campos de la evangelización y poseen ministerios importantes en el dinamismo pastoral de las Iglesias particulares. 

Las abadesas en los monasterios tienen una autoridad importante sobre el mismo y sin tener acceso al Ministerio Ordenado. 

Un amigo.