Correo XXV: Ana pregunta sobre el hombre

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

Ana, ¡qué alegría me da cuando me comentas tus propias inquietudes y tus propias miedos! Parece como si en esta comunicación electrónica nuestros propios corazones palpitan al tiempo que se entrecruzan. ¡Son dos compañeros de camino en busca de su propio sentido global, que seguro está más allá de si mismos!

Me comentas que, a raíz de una clase de filosofía, te has preguntado vivamente si entre el hombre y el resto de los animales hay alguna diferencia cualitativa... Y que esta pregunta te ha provocado un “mar de confusiones”.

Ana, el hombre es un "animal generador de cultura" con capacidad de pensar y estrategias para aprender ante situaciones nuevas que van allá de su registro genético y el animal que ha recibido el "don de amar y ser amado". Pero sobre todo, el hombre es el "animal que se interroga", un interrogante que camina por la vida. El hombre es una pregunta que brota en cualquier momento existencial y surge el tan inquietante ¿por qué?: ¿Por qué existe el mal? ¿Por qué estoy aquí en el mundo? ¿Qué hay más allá de la muerte? ¿Por qué existe el ser y no la nada? ¿Qué es el ser humano? ¿De dónde venimos? ¿Adónde voy? ¿Dónde alcanzar la auténtica felicidad?.... 

Lo importante debe ser suscitar preguntas últimas e interrogantes profundos, que ayuden a superar posturas superficiales, pragmáticas y evasivas. Séneca afirmaba que "no puedo decirte quiénes me irritan más, si los que quieren que no sepamos nada o los que ni siquieran nos dejan ignorar", y bien sabemos por experiencia propia que la vida posee ciertas incógnitas que ni el estudio ni el razonamiento, ni la experimentación ni las más grandes sabidurías humanas pueden desvelar. Y el ser humano tiene derecho a que nadie, en nombre de ningún poder ni autoridad científica, quiere desvelárselo. 

Ana, hoy, en nuestra sociedad, donde los valores de moda son el consumo, la insolidaridad, el hedonismo, la competencia más atroz, el materialismo, la adoración del cuerpo ... parece que se arrinconan los grandes interrogantes vitales como absurdos y poco eficaces para la preparación técnico-profesional de los ciudadanos, pero ella misma abre la ventana para que busquen "sustitutos enfermos" que amenazan la misma estabilidad social y humana de la vida, porque los hombres que se niegan a ver más allá de las apariencias y se niegan a las creencias y a los mismos sueños atentan contra la misma dignidad del ser humano, que siempre ha soñado más allá de su propia pequeñez y ha mirado más allá de lo que simplemente palpa y toca. A fin de cuentas, solamente las preguntas existenciales, que enlazan con la búsqueda de sentido global último a la vida, son las que nos harán más humanos y más sedientos de perfección.

Un amigo.