Correo LVII: Ana pregunta sobre la muerte de su tío 

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

   

Ana: 

Has mirado al cielo esta tarde y lo has contemplado gris como tu alma. Y te has sentido un poco nostálgica y melancólica. ¡Hay tardes grises con nubarrones y con “grandes corrientes de vacío en nuestro interior” que parecen desvanecer hasta lo más arraigado en nuestro yo! 

Me cuentas con lágrimas en los ojos que te has acordado de tu tío Julián, que murió recientemente en un accidente de trabajo. ¡Y expresas tu inquietud si los muertos pueden volver a vivir cuando en el cementerio sólo queda silencio y huesos, y te preguntas con desesperación cómo resucitan los muertos!

Ana, tus preguntas existenciales que brotan de lo profundo son las únicas que nos hacen estar despiertos y nos ayudan a crecer más allá de lo pragmático y lo inmediato. ¡Son esas preguntas las que nos ayudan a ser “animales que se interrogan” más allá de la muerte! 

Dios y el misterio de la muerte son realidades que nunca alcanzarán su adecuación perfecta de una manera total en esta historia inmanente que vivimos, pero nos remite a una búsqueda de sentido y a un receptor válido de nuestra propia queja. 

El problema de la muerte y el sufrimiento, sobre todo de los inocentes, es una cuestión que provocará en nosotros preguntas incómodas y nos hace mirar al horizonte con una tendencia hacia el final.

Una historia sin Dios en el fondo lo que hace en el hombre es quedarse en su propio ego y alejarse de la búsqueda de perspectiva y capacidad de reacción ante el sufrimiento del otro.

Ana, el ser humano siempre se ha resistido a admitir que la muerte es la experiencia última de la vida y que la muerte, la injusticia, el dolor y el sufrimiento venzan en el devenir histórico. Siempre ha anhelado el triunfo de Dios sobre estas realidades y que el triunfo vendría del mismo Dios. 

En la vida de Jesús, la resurrección es el sí amoroso de Dios Padre a toda su obra y persona, injustamente tratado y crucificado en la cruz.

Sin duda alguna, la respuesta cristiana al problema del mal y a la pregunta del sufrimiento es la Resurrección: Dios, de la misma manera que ha salido en busca de su Hijo injustamente tratado, saldrá en busca de los justos dándole la vida definitiva. 

¿Qué comparación haremos para comprender la resurrección de los muertos? ¡La que utiliza San Pablo! "Lo que tú siembras no revive si no muere. Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra palabra. Y Dios le da un cuerpo a su voluntad; a cada semilla un cuerpo peculiar" (1 Cor 15,37-38).

No sabemos cómo resucitarán los muertos pero lo seguro es que la identidad personal de tu tío Julián será conservada y que Dios saldrá en busca de su humanidad, purificada y redimida".

Un amigo.