Correo XXIV: Ana pregunta sobre la historicidad de Jesús de Nazaret

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

Ana: 

Hace días que no se nada de ti. Quise respetar tus silencios y tus ausencias.

¡Si, convivir con los otros también implica aceptar sus propias huidas y sus propios ritmos!

Esta tarde, cuando abrí los correos electrónicos tuve una alegría inmensa al saber de ti. ¡Tú eres alguien “muy especial” y mantener contigo comunicación es abrir las puertas de mi corazón, de par en par, al mundo y a los jóvenes! ¡Gracias!

Me decías malhumorada que te había entrado un virus y te había destruido gran parte de tus archivos; y, lo más grave, te había tenido inutilizado la comunicación a Internet. ¡Si, me hace gracia la comparación que haces de los virus cuando afirmas que son como la “nada” en la “Historia Interminable”!

Y, hoy, como si tus grandes preguntas empiezan a germinar en tu interior, me “provocas” con tu profundidad de siempre y me preguntas sobre la historicidad de Jesús de Nazaret: ¿Realmente la transmisión de Jesús de Nazaret en los evangelios es históricamente correcta?

¡Cómo me gusta que me hagas esta pregunta! ¡Cómo me entusiasma que tus preguntas se hagan hirientes en tu dentro e intentes buscar luz en medio de tus oscuridades e incertidumbres en cuestiones de la fe! 

Ana, hay que afirmar con rotundidad que los evangelios no son una biografía de Jesús, ni un diario de camino ni una “historia”. Los evangelios son, en síntesis, catequesis, escritas por hombres de fe para otros hombres y mujeres de fe. El interés de Jesús de Nazaret, su mensaje, sus hechos y palabras, sus encuentros liberadores con la gente de su tiempo, etc, parten desde la resurrección, todo interesa “a la luz de la Resurrección”.

Este planteamiento no quiere decir que haya que desligitimar cualquier pretensión de basar la fe cristiana en datos históricos fiables y fuera de toda discusión; al contrario, el que es el fundamento de la fe y ha sido resucitado es el mismo que vivió en Palestina y murió en la cruz.

Aunque nuestra aturdida razón puede dudar de todo y dejar el pasado en desierto por nuestra pretendida sospecha, podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, apoyados por los más serios exegetas e historiadores: la existencia histórica del mismo Jesús de Nazaret; su muerte en la cruz bajo el mandato de Poncio Pilato; el hecho de los milagros, signos que provocaron la atención de muchos en su tiempo; el uso del término “Abba” para dirigirse al Padre; la cercanía y la acogida de Jesús con los pecadores y marginados; la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios; el bautismo de Jesús por Juan Bautista en el río Jordán; el fracaso externo de la obra de Jesús, etc.

En definitiva, Ana, basar la fe en el auténtico “Jesús histórico” es el mayor de los retos y el desafío para ser cristiano en una cultura cada vez más fragmentada y movediza.

Un amigo.