Correo XII: Ana desea ser "ella misma"

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

Ana, hace unas semanas que no escribes. Todas las mañanas miraba con deseo para ver si llegaban tu correo electrónico. ¡Me he habituado a recibirlos y parece que el no encontrarlos entre mis manos genera una sensación extraña! 

Me comentas con gran sinceridad que has tenido un tiempo “horrible”, lleno de combates y luchas con los “fantasmas interiores”, y que incluso te generaba miedo el mirarte al espejo. ¡Qué difícil es a veces enfrentarte a uno mismo cuando todo se tambalea a tu alrededor como si estuvieras en plena arenas movedizas! 

Me has comunicado que te resulta difícil y, a veces, heroico, llevar la contraria a los demás, especialmente cuando estás en pandilla, sobre todo ante el “horrible Iván”, el cabecilla del grupo. ¡Te sientes extraña y a veces contrariada en tu propio centro, lo comprendo porque a todos nos pasa igual en muchos momentos! 

Una de las grandes catarsis que el ser humano debe de vivir en su existencia es "ser uno mismo" más allá de las opiniones de los demás. La aprobación o desautorización de nuestras opiniones, actitudes, deseos, actitudes y conductas por parte del grupo es tan fuerte que, en la mayor parte de las ocasiones, se convierten en motores impulsores de nuestras vidas, para bien o para mal. 

"Ser uno mismo" y mantener coherencia debe de ser el objetivo de toda vida realizada. Ya lo decía Gandhi: "¿Estás seguro de que no te empuja la sed de oro, de fama o de poder? ¿Estás verdaderamente seguro de que puedes permanecer a tu ideal y perseverar en él, aunque el mundo entero pretenda aplastarte? ¿Estás seguro de que sabes lo que quieres y que cumplirás con tu deber y nada más que tu deber, aunque se halle en juego tu vida? ¿Estás seguro de que continuarás la lucha mientras tengas vida, mientras tu corazón tenga fuerza para latir una vez más? Si es así, eres un verdadero reformador, un maestro, una bendición para la humanidad"

Ana, el gran reto de los mejores hijos de cada generación debe ser vivir la coherencia más allá de las opiniones y ser uno mismo, desterrando lo superfluo y armarse de los grandes valores humanos (vg. La bondad, la justicia, la solidaridad, la misericordia, la mansedumbre, el amor, el perdón, etc), la verdadera riqueza del espíritu humano.

Miles de personas saborean la frustración por no sentir en sus vidas la aprobación de los demás, por otro lado tan efímera y cambiante.

Muchos seres humanos moldean su conciencia bajo "el qué dirán", mientras los sabios nos dicen "que la verdadera sabiduría entra por el amor, el silencio y la mortificación. Grande sabiduría es saber callar y no mirar dichos ni hechos en vidas ajenas" (San Juan de la Cruz).

¡Ojalá seas tú misma, aunque todo el mundo pretenda aplastarte, y seas creativa en la dinámica histórica que te ha tocado vivir!

Un amigo.