Correo XLIX: Ana y las enseñanzas a los niños 

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

 

Ana: 

El poeta Goytisolo compuso un poema hermoso para su hija Julia, recién nacida, y Paco Ibáñez, un icono de la música en los años 60, compuso una magnífica canción, verdadero himno para los jóvenes inquietos de aquellos años. 

Medita y reflexiona, haz tuyas estas palabras de fuego, que encienden las llamas interiores de nuestro espíritu humano: “Tú no puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja, como un aullido interminable. Te sentirás acorralada, te sentirás perdida o sola, tal vez querrás no haber nacido... La vida es bella; ya verás, como a pesar de los pesares, tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigos...Nunca te entregues, ni te apartes junto al camino, nunca días: “no puedo más y aquí me quedo”. Otros esperan que resistas, que les ayude tu alegría, que les ayude tu canción, entre tus canciones. No sé decirte nada más, pero tú debes comprender, que aún estoy en el camino”

¡Si, amiga mía, no puedes volverte atrás y esperamos que resistas en el camino para que nos ayude tu alegría!

Me comentas Ana que tu vecina pequeña, Alicia, habla fatal de los hombres y solamente tiene cuatro años. Has descubierto escandalizada que su madre le habla mal de su padre que está separado de ella y que la niña transmite la enseñanza que le comunica su madre, extendiéndolo a los demás hombres.

Verdaderamente los niños son portadores de la enseñanza de sus mayores y son transmisores, aunque sean protagonistas activos, de la opinión de su entorno. 

¡Qué diferente es la historia que me cuentas de ésta otra!

Una amiga contó su experiencia, que era consideraba extraordinaria: “Mi padre fue asesinado en la guerra civil española cuando yo era muy pequeña. Quedamos desolados y tristes. Sin embargo, mi madre me enseñó a perdonar a los verdugos y asesinos de mi padre. Todas las noches rezábamos por sus asesinos, y le pedíamos a Dios que no llenara nuestro corazón de odio, ira y violencia”

Mi amiga continuaba diciendo: “Cuando he crecido, he descubierto, la grandeza de mi madre, que supo vivir y enseñar a sus hijos a vivir la máxima evangélica: “Amad a vuestros enemigos y rezad por vuestros perseguidores; así seréis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobres justos y pecadores”. 

¡Qué diferente es la enseñanza que recibió de su madre esta amiga mía que la enseñanza que recibe Alicia!

¡Quiero decirte que esta amiga actualmente es religiosa, dedicada a dar una Buena Noticia a los pobres, y a llenar de amor y perdón el espacio que invade la violencia y el odio!

¡Qué razón tenía Gandhi cuando afirmaba que “a los niños antes de enseñarles a leer, hay que enseñarles a aprender lo que es el amor y la verdad!



Un amigo.