Salvar al hombre

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 

"Salva al hombre, Señor, en esta hora

horrorosa, de trágico destino;

no sabe a dónde va, de dónde vino

tanto dolor, que en sauce roto llora"

(BLAS DE OTERO)


Si pudiera el hombre al menos transformarse en la tarde

cuando los vientos acumulan voces de mil mundos,

entonces la sonrisa contagiosa del futuro llegará pronto

justo al atardecer de las heridas abiertas.

Si cantara el hombre al menos las leyendas en la noche

cuando los suspiros recuperan deseos de mil culturas,

entonces el permanente combatir de las pasiones menguará

justo al momento de las oraciones con alas.

Si pudiera el hombre al menos abrazar al niño en la madrugada

cuando la luna corretea coquetona las atalayas del cielo,

entonces los foragidos verdugos del corazón agrietado desaparecerán

justo al estallar el alba en las cimas de la montaña.

Si cantara el hombre al menos las esperanzas en la mañana

cuando los trabajadores salen airosos por los caminos polvorientos,

entonces la brisa recogerá de inmediato las historias varias

justo al respirar vida al musgo de las piedras.