San Tecla Septiembre 23

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB   

   

          Etimológicamente significa “gloria de Dios”. Viene de la lengua griega.

          Te encuentras ante una joven del siglo I. Vino al mundo de una familia ilustre en Iconio de Licaonia. El infatigable san Pablo había llegado allá predicando la Palabra de Dios con la fuerza y el entusiasmo que siempre le caracterizaron.

          Tecla se quedaba absorta ante sus palabras y sus mensajes acerca del Cristo resucitado, el único Dios verdadero. Ante estas ideas revolucionarias para sus tiempos, ella decidió en su interior consagrar a este nuevo Dios todo lo mejor que podía, su propia virginidad.

          Para esto tuvo que renunciar al matrimonio, que previamente y sin su consentimiento, le habían preparado los padres con el apuesto joven Tamiris.

          Su ejemplo, brillante como el sol, atrajo a muchas chicas. Les encantaba estar con Tecla y seguir su disciplina para alcanzar la perfección que no podían conseguir en otras escuelas.

          Su novio y sus propios padres la acusaron ante el tribunal de que era cristiana. El juez, sin hacer un juicio previo, mandó en seguida que encendieran una hoguera.

          Pero Dios siempre actúa en momentos difíciles y fundamentales para que la gente vaya a la conversión. Unas veces serán manifestaciones naturales y otras espirituales.

          En este caso fue la lluvia. Sí, en efecto, cuando las iban a meter en la hoguera, se desató una lluvia torrencial y el fuego se pagó al instante.

          Como eran cabezotas y tenían severas órdenes del emperador, las enviaron a Antioquía. Aquí fueron arrojadas a las fieras. Y lo mismo: no les hicieron nada.

          Siguieron los suplicios. Las ataron a caballos y toros por las calles, las tiraron a un pozo de  serpientes y nada de nada.

          Extrañados ante estos fenómenos, las autoridades se las quitaron de en medio y las volvieron a mandar a Iconio. Ya aquí, se lo pensaron mejor. Las enviaron a un monte para que hicieran oración y contemplación a su Dios. Vivió 90 años. Desde el siglo I, la honraron como una protomártir.         

¡Felicidades a las Teclas! 

“Es propio de la fe hacernos humildes en los sucesos felices e impasibles en los reveses” (Santa Clara).