Santa Maria de Pisa, Enero 28

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SD

 

Etimológicamente significa "princesa de las aguas", en lengua siria y "espejo", en lengua hebrea.

He aquí la historia de una chica que desde que nació en Pisa en 1355, toda su existencia está permeada por la presencia de Dios en distintos acontecimientos.

A los tres años, advirtió con gritos fuertes que se iba a derrumbar el lugar en el que le había dejado la maestra. A los cinco, salvó, mediante su oración a la Virgen, que un amigo, san Pedro Gambacorta sufriera la muerte.

A su madre le hubiera gustado más que se hubiera metido a monja. Sin embargo, contrajo matrimonio a los 12 y se quedó viuda a los 16. ¡Ya es mala suerte! Le obligaron a casarse por segunda vez. Tuvo siete hijos y, al morir su segundo marido, tan sólo le quedaba vivo uno. Y tenía 24 años.

Tras esta dura experiencia, se entregó a obras de caridad y un poco a sí misma. Dedicó el tiempo libre a atender a los enfermos y a los pobres. Los llevaba a su propia casa y los miraba como si fueran Jesús en persona.

El Señor se le aparecía en la figura de un joven pobre y malherido. Ella le curaba las heridas y lo vestía.

Santa Catalina de Siena fue una vez a visitar Pisa con dos mujeres muy buenas y devotas. Haciendo oración en la iglesia dominica tuvieron una revelación, en la que se vieron envueltas por una nube brillante. Esto hizo que su amistad se fortaleciera mucho más que antes.

Cuando se hizo religiosa, se puso el nombre de María, en lugar de Catalina que era el que le habían puesto los padres.

Una vez que ya vivía en el convento, llevó una vida de austeridad grande. Era ejemplo para todas. Y tuvo la idea de reformar el convento y fundar otro nuevo con la ayuda de amigas y de la hija del señor Gambacorta.

Fue la superiora de la casa hasta su muerte en el año 1431.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

"Con la palabra el hombre supera a los animales, pero con el silencio se supera a sí mismo" (Paul Masson).