Santa Genoveva Enero 3

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

Etimológicamente significa “blanca como la espuma del mar”. Viene de la lengua galesa.

Hay en la vida momentos que no debemos pasar desapercibidos. Pueden suponer el giro de nuestra vida de cara al futuro, y la felicidad del presente.

Más o menos esto fue lo que le ocurrió a esta chica cuando tenía siete años.

Resulta que en una de sus visitas por los pueblos de la diócesis de Nanterre, Francia, en donde ella nació, el obispo san Germán iba - en aquella ocasión - simplemente de paso hacia otra parte.

Al ver aquella  niña tan inocente, se le ocurrió consagrarla a Dios. No se metió a monja. Ella fue el lejano origen de los Institutos Femeninos que se consagran a Dios sin vivir en un convento.

Los tiempos no le van a ser propicios. En el año 451 los Hunos intentan atacar  París y hacer estragos como lo venían haciendo en otros lugares por los que dejaban la huella de la destrucción.

Ella, como una valiente heroína, reunió a todos los parisinos aconsejándoles que no les atacaran, y que si intentaban huir era cosa absolutamente inútil. 

Tuvo la suerte de que no saquearan la ciudad. Serían los Francos los encargados de cometer semejante acto de barbarie.

Ella, pensando que bien poco podía hacer contra ellos, se largó por el río Sena hasta que llegó a Troyes.

Pasado el tiempo, los mismo reyes de Francia llegaron a depositar en ella una gran confianza.

De hecho, su vida contagió a la reina Clotilde que, con el tiempo, llegaría a ser santa como ella misma.

La fama de Genoveva  no se circunscribe sólo a París. Se extendió muy pronto hasta el Oriente. Otro gran santo, Simeón el Estilita, que pasó su vida en lo alto de una columna, decía a la gente que se encomendaran a las oraciones de san Genoveva. Por lo demás, cosa propia de los santos, se dedicó a la gente pobre, la predilección evangélica por excelencia. 

¡Felicidades a las Genovevas! 

“Cuanto mayor es la dificultad mayor es la gloria” (Cicerón).