Santa Elena Guerra, Abril 11

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

Etimológicamente significa “esplendor”. Viene de  la lengua griega.

He aquí a una joven humanista por excelencia al final del siglo XIX y hasta el primer tercio del XX.

Fue escritora, apóstol, santa, políglota, música, pintora, enfermera, experta en  el estudio de los Padres de la Iglesia o la Tradición y otras cosas que le granjearon a amistad de todo el mundo.

Hoy día, también hay jóvenes con buenas cualidades que las ponen al servicio del Evangelio, es decir, de los demás.

Le  gustaba viajar para aprender. Así, en  uno de sus viajes a Roma se enteró de cómo iban las sesiones del concilio Vaticano I.

Por su cabeza pasaba, por inspiración divina, la idea de fundar una comunidad femenina de vida activa y contemplativa que se dedicara a la educación de las chicas.

Sería una comunidad sin votos, una ONG de voluntarias de la enseñanza. Escribió varios libros prácticos para la profundización de la fe, tan necesaria en su tiempo como en nuestros días.

Sí, porque es fácil detectar hoy que muchos jóvenes universitarios tienen una cultura ínfima respecto a la materia religiosa.

Este Instituto lo aprobaría la Santa Sede. Y, desde ese instante comienza la actividad de su fundación en perfecta armonía entre contemplación y actividad.

Le escribió al Papa León XIII y le recibió en audiencia. La idea clave de este encuentro fue el siguiente: Hay que volver a dejarse llevar por el Espíritu de Dios en nuestros días.

El Papa, conmovido por la santidad de vida y por la actividad de Elena, le dio a sus amigas y a ella el nombre de “Oblatas del Espíritu Santo”.

Aunque es la directora general de la obra, sin embargo la sometieron a muchas humillaciones, encajadas muy bien por amor a Dios.

Murió en 1914. Juan XXIII la llevó al honor de los  altares en  1959. 

¡Felicidades a quien lleve este nombre! 

“En las grandes cosas, los hombres se muestran como les conviene, en las pequeñas, tal como son” (Chamfort).