San Pablo Miki Febrero 6

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SD

 

Etimológicamente significa "pequeño". Viene de la lengua hebrea.

Tanto en los primeros siglos como en los siguientes – y hoy mismo – los seguidores de Jesucristo encuentran el martirio donde menos se lo esperan.

Pablo era un jesuita japonés. Había predicado la palabra de Dios con elegancia y convicción. Quiso seguir las huellas de su predecesor san Francisco Javier.

El cristianismo lo habían enraizado los padres franciscanos. Habían fundado escuelas, casas de acogida, parroquias y leproserías. Sus palabras estaban refrendadas por sus obras de caridad.

Pero Japón sufría altercados y trastornos políticos. El shogun Taïcosama tenía la idea de unificar todo el inmenso país limitando la influencia de los daïmios locales.

Esta limitación afectaba también a la religión cristiana, otra gran influencia extranjera.

Entonces los shogun se echaron contra los cristianos. En 1587 expulsaron a los misioneros y se prohibió formalmente el cristianismo en todo el país.

Los misioneros huyeron buscando un refugio clandestino. Diez años más tarde, sin embargo, se recrudeció la persecución.

En 1597, se apresó a Miki y juntamente con él a otros 26 misioneros. Pertenecían a la Compañía de Jesús, a los franciscanos – padres y seglares de la tercera rama terciaria -, y a los niños que formaban parte de los coros parroquiales.

Entre estos mártires hay que situar a Pablo Miki, el primer jesuita que se distinguió por su predicación apasionada del Evangelio.

Se les llevó de ciudad en ciudad haciendo ver a la gente que la religión cristiana estaba prohibida.

Los torturaron de mil maneras, hasta que en la colina de Nagasaki fueron crucificados mientras perdonaban a sus verdugos y cantaban cánticos de acción de gracias.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

"Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana" (John Clarke).