Una
de las constantes de la Iglesia ha sido, es y será la santidad de sus hijos
e hijas. A mayor grado de santidad, mejor marcha el reino de Dios en la
tierra, visible en la santidad de sus hijos y en el amor que se tengan unos
a otros.
Este
joven nació en Siracusa en el año 782 y murió en Constantinopla en el
847.
¿Quién
fue este joven?
Se
cuenta que apenas desembarcó en Constantinopla, se le acercó un personaje
desconocido y misterioso hablándole de este modo:<< Joven apuesto y
guapo, ante la gloria finita
que vienes a buscar aquí, ¿por qué no prefieres mejor la celeste que dura
eternamente?>>.
Con
toda su vida por delante, Metodio se quedó pensando en estas palabras. Tras
un tiempo para encontrar solución a su futuro, tomó la opción de hacerse
monje.
Se
fue al monasterio. Era el tiempo de las grandes discusiones acerca de las imágenes.
Con
la llegada al poder del emperador Miguel II (820-829), el Papa Pascual envió
a Metodio al emperador para que le diese la sede patriarcal a d Bizancio a
Nicéforo.
Se
la habían quitado los iconoclastas. Al Papa le habían informado mal del
nuevo emperador.
Todo
lo que consiguió Metodio fue que
le dieran una paliza y lo
enviasen desterrado a la isla de san Andrés, en donde pasó siete años con
dos criminales.
El
hijo del emperador y su sucesor, Teófilo (829-842) le mandó llamar del
exilio y lo alojó en su palacio pero con la prohibición de escaparse.
El
emperador quería sacar provecho de la ciencia de su huésped y de sus
talentos como hombre de Estado. El no sospechaba que convirtiera a la
emperatriz Teodora. Por eso, apenas murió su marido, nombró a Metodio
patriarca de Constantinopla y jefe de la Iglesia oriental. Expulsó a los
iconoclastas.
¡Felicidades
a quien lleve este nombre!
“Los
jóvenes son como las plantas: por los primeros frutos se ve lo que podemos
esperar para el porvenir” (Demócrates).