San Francisco Solano Julio 14

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB   

           

Etimológicamente significa ”franco, libre”. Viene de la lengua alemana.

Quien reza amplía los horizontes de su oración para mantener un contacto con Dio y con los otros.

Algo de esto le sucedió al joven Francisco Solano. Nació en Montilla, la ciudad de verdes campiñas y viñedos, en 1549, y murió en Lima mientras celebraba la Misa el año 1610.

Tuvo unos padres muy cristianos que desde la más tierna edad, le enseñaron con el ejemplo las excelencias de la vida cristiana. Comenzó a hacer sus estudios en los padres jesuitas.

Cuando llegó a su juventud, optó por hacerse franciscano. Trabajó duro en Loreto, al lado de Sevilla, como maestro de novicios, los futuros candidatos de los miembros de la Orden.

Sus sueños, sin embargo, estaban bastante más lejos que los simples horizontes andaluces.

Se embarcó en Cádiz con dirección a Sudamérica. Y a los pocos meses estaba ya en Perú. Y siempre con su violín a cuestas cantando y alegrando la vida de los otros.

¿Qué hizo en la misión?

En primer lugar, además de todo el apostolado que llevaba consigo y al que se entregó con toda su alma, fue aprender las lenguas propias de aquella gente. Tenía una enorme facilidad para las lenguas. Es todo un camino abierto para poder hablar y entenderse y comunicarse con las personas. No le bastaba el español.

Además, según cuentan sus biografías, los indígenas lo entendían aunque hablase en español.

Su trabajo principal era misionar, confesar, administrar sacramentos, escuchar a la gente en sus variopinto mundo personal. Todo chico que veía por la calle, lo recogía para darle asilo. Y le seguían los indios porque veían en él a un amigo santo y caritativo. Dicen que convirtió a nueve mil.

¡Felicidades a quien lleve este nombre! 

“El asesinato jamás ha cambiado la historia del mundo” (Disraeli).