Etimológicamente
significa “fuerte y enérgico”. Viene de la lengua latina.
Creo que es uno de los santos más conocidos universalmente por la
extensión y fama mundial de las fiestas que organiza Pamplona en su honor.
Ernest Hemingway escribió el libro “Fiesta”, en la que habla
ampliamente de lo bien que se lo montan los navarros
durante los días que van desde el 6 de julio al 14.
Las fiestas comienzan con el “chupinazo” o cohetes lanzados desde
el balcón del Ayuntamiento. Desde este instante hasta la tarde, en la
iglesia de san Lorenzo, donde
tienen lugar la vísperas cantadas por alguna coral de la ciudad,
todo es bullicio y alegría..
Al comenzar
el encierro por la mañana, de unos 830 metros de recorrido, todos
los mozos cantan al san Fermín su protección.
Era pagano. Y tuvo la suerte abrazar el cristianismo debido a un
discípulo de san Saturnino, san Honesto.
Este mismo santo lo consagró obispo años más tarde para la
diócesis de Amiens, Francia.
Aquí predicó la Buena Noticia del Evangelio a todos los paganos. En
esta misma ciudad
sufrió el martirio por la fe en el Cristo Resucitado.
Más tarde se vino a predicar la vida cristiana a Navarra. Fruto de
su predicación fue la conversión de muchos paganos al cristianismo y,
sobre todo, el buen número de sacerdotes que le ayudarían en su misión
apostólica.
Vuelto a Francia, el gobernador de Amiens lo mandó encarcelar para
que no predicase la fe en el Nazareno. Sus padres se llamaban Fermín y
Eugenia. El no le hizo caso al gobernador, y por esta razón le cortó la
cabeza. Ahora es patrono de Amiens y de Pamplona.
Cuando años más tarde descubrieron sus restos y se los trajeron a
la capital navarra.
¡Felicidades a quienes lleven este nombre y a los pamplonicas!
“No
resolvamos en minutos. ¡Podríamos pagarlo
en años”