San Cornelio y Cipriano Septiembre 16

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB      

          

          Etimológicamente significan “cuerno y habitante de Chipre”. Vienen de la lengua latina.

          A Cornelo le tocaron tiempos difíciles durante su pontificado. Hubo acontecimientos especiales que le hicieron sufrir mucho. Uno de ellos fue la querella de la reintegración de los “lapsi”, es decir, de los cristianos que no habían tenido el valor del martirio y renegaron de su fe.

          Menos mal que encontró en san Cipriano un apoyo moral insustituible. Este le aconsejó al Papa que los admitiera de nuevo y que hicieran penitencia.

          Otro suceso digno de mención fue la elección de un antipapa, un tal Novaciano. Este cisma se extendió por Italia, Francia e incluso llegó hasta el Oriente.

          Fue entonces cuando san Cipriano escribió un interesante libro “Sobre la unidad de la Iglesia”. La idea fundamental que predomina en sus páginas es la siguiente: el papel fundamental de la Santa Sede es la clave de la unidad de los obispos y cristianos.

          Apenas hubo terminado con este cisma, vino una persecución y murió mártir por amor a Cristo en el año 252.

          San Cipriano se convirtió a la fe cristiana a los cuarenta años. Hasta ese instante había vivido como un pagano. Cuenta que después de su conversión, encontró la paz y la felicidad que siempre había deseado, pero que por diversas circunstancias no había podido alcanzarla.

          Y esta felicidad, entre otras cosas, la vio clara entregando su vida a los pobres del Evangelio. Es  la gran constante en todos los santos.        

          Tanto era el prestigio entre los fieles de Cartago que, dos años después de hacerse cristiano, lo eligieron obispo y jefe de la Iglesia africana.

          Llegó la persecución de Decio. Los mismos fieles, que tanto lo amaban, le aconsejaron que se escondiera. Y así salvó su vida momentáneamente. Sí, porque poco tiempo después, vino la persecución de Valeriano y lo enviaron al destierro. Poco le duró. En seguida tuvo que presentarse en Cartago en donde murió tal día como hoy en el 257. 

          ¡Felicidades a quienes lleven este nombre! 

“Si te golpean las olas de la soberbia, envidia, maledicencia mira la estrella, invoca a María” (San Bernardo).